Rutas con sabor


Ruta 1. Añón, Alcalá, Vera, Trasmoz. Tarazona

Los caminos de Moncayo te sorprenderán, en las fuentes, en los ríos, en las cumbres o en lo profundo de sus bosques. No es difícil adivinar a Bécquer en los agrestes acantilados de Añón o al pie de la muralla de Veruela.
Su chistera puede aparecer en cualquier restaurante. Y sus rimas convertirse en un haiku en forma de tapa.

Boletus edulis, garnachas, vinos de pago, queso, embutidos, aceites y mermeladas se nos presentan desde Vera hasta Añón. Desde Trasmoz hasta Alcalá. Como si fueran embajadores de un paisaje mágico en forma de ruta con sabor.
La risa nos embargará y el eco del vuelo de las brujas nos llevará a Tarazona. De la Huecha al Queiles. Del castillo de Trasmoz a la catedral de Tarazona. Entonces, y sólo entonces, el plato estará en la mesa y la montaña, entre nuestras manos.



Ruta 2 Tarazona, Torrellas, Los Fayos, Santa Cruz de Moncayo

El Queiles abraza la ciudad de Tarazona. Los churros de chordón nos dan la bienvenida. Gira la rueda en el molino. Capachas y prensas bailan al ritmo que los hombres marcan.
La ciudad es pura filigrana en forma de aceite, setas, trufas o cervezas artesanas. Si uno se aventura puede descubrir sabores perdidos y recordados en el tiempo. Sólo hay que probar. A veces en una calle morisca otras en una plaza cristiana. Así descubriremos la poesía, el ritmo suave y andar cadencioso o el el aleteo de unas golondrinas bajo el balcón.

Gastronomía con mayúsculas. Tiempo para el viajero, detenido, creado y recreado. Cocina con identidad que nos acerca a Moncayo, a su esencia. Auténtico viaje romántico desde el paisaje al plato y desde la cocina a la montaña.
Río arriba, localidades como Torrellas, los Fayos o Santa Cruz nos esperan.. Saberes y sabores encontrados en el fondo de un puchero, migas en tortera o la altivez curiosa de una torre mudéjar nos esperan.

Aún es posible imaginar al gigante Caco en su cueva. Quizás sigue allí guardando el secreto de las tapas...





Ruta 3 Tarazona, Grisel, San Martín de la Virgen de Moncayo, Lituénigo, Litago, Trasmoz.

Sastres agarrados por zarzas mágicas en el camino de Trasmoz a Litago, quién sabe si por obra de brujas. Pesaje de las Almas en Lituénigo, custodiadas por San Miguel. La Virgen de Moncayo protegiendo la montaña mientras la banda de música de S. Martín nos pone la banda sonora.
Ante ustedes, en las rutas con sabor, su majestad el Moncayo.

Pastores cuidando ganados que luego veremos en el plato, mieles en las bejeras que endulzarán los postres, migas y judías de un Quililay eterno y repetido. Es un paisaje creado y creativo. El Gnomo becqueriano revuelve las casas, las cocinas y los obradores. Las setas y los embutidos o los orujos dejan el espacio de las "consejas" del hogar y se convierten en leyendas. Escritas, saboreadas, recordadas en primera persona.

Los castigos recordados del misterioso pozo de los Aines en Grisel y los rebaños trashumando a la ribera por el Buste se coronan en la catedral de Tarazona, son el contrapunto humano de un territorio con sabor divino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario